domingo, 14 de noviembre de 2010

Kinect Joy Ride análisis

La idea que hay detrás de Joy Ride es desde luego bienintencionada. Un juego de karts, familiar, amigable, divertido, de fácil control gracias a Kinect… ideal para pasar buenos ratos con amigos o con los hijos/as. Está más que claro que un aficionado a los videojuegos que busque profundidad y desafío ni se fijará en Joy Ride, pero alguien con menos exigencias o que sencillamente quiera pasarlo bien controlando con sus brazos un videojuego de coches, esta producción podría ser ideal. Podría serlo…

Lo malo es cuando a pesar de todas las buenas intenciones del mundo la cosa no termina de cuajar. Los problemas de jugabilidad tras Joy Ride son acusados y graves, que nada tienen que ver con del tipo de control elegido. Es decir, Joy Ride no falla por ser un "juego Kinect", falla porque como juego de carreras es aburrido y superficial. Otro cantar es que el control no sea tan bueno como debería, que también, pero esta vez el fallo de manejo es el último de los problemas de Joy Ride.

¡Mira mamá, con manos!
¡Mira mamá, con manos!

Nada nuevo hay detrás de Joy Ride. La progresión se realiza a través de Fans, una puntuación que se nos otorga según cómo terminemos cada carrera, el número de acrobacias o monedas recogidas. A más Fans, más cosas iremos desbloqueando ya sean nuevas carreras o más coches. Los vehículos, por cierto, cambian de forma y color, pero no en rendimiento, lo que en última instancia otorga a todos los competidores las mismas oportunidades. Joy Ride es un juego de carreras donde los coches no tienen ningún protagonismo.

Hay varios modos de juego, siendo la Carrera Pro la principal con siete pistas a desbloquear a medida que recaudamos Fans. Los niveles se caracterizan por ser bastante amplios y con múltiples atajos o saltos, también son temáticos, de muchos colores y alegres. Descaradamente se han diseñado pistas asequibles para los pilotos, que no interfieran en la experiencia de jugar sin mandos, de modo que apenas hay curvas difíciles u obstáculos, y en caso de topar con algo inmediatamente se rompe para que podamos seguir conduciendo.

Paralelamente estos mismos niveles se pueden jugar en Carreras de Combate, donde se añaden objetos a modo de armas ofensivas y defensivas, clásicas de siempre y heredadas de las ideas de Mario Kart. Sólo podremos llevar un arma y las cajas para abastecernos sólo se encuentran en el trazado normal de cada pista, de modo que si elegimos los atajos nos quedamos sin posibilidad de defendernos.

Niveles amplios para no chocarse
Niveles amplios para no chocarse

Además de estos modos de carrera hay algunos extras que inyectan un poco de variedad y longevidad al título. Pero ya sea en el modo Destrucción, donde destrozamos objetos para conseguir puntos; el modo Sprint, que se juega en escenarios donde la aceleración es lo que prima; o el modo Acrobacias, cuyo nombre dice todo, Joy Ride intenta sin éxito hacerse divertido. Y eso sin mencionar un casi ridículo modo de juego apodado Truco, que aparta a un lado las carreras para hacernos imitar las posturas del piloto mientras vuela por los aires. Surrealista.

Es cierto que Joy Ride no busca a los jugadores serios, y cuyo público potencial son los más jóvenes de la casa. Pero otros videojuegos como Kinectimals aprovechan mucho mejor el sensor de Microsoft y no caen en la producción fácil. Tampoco el modo a dos jugadores en la misma consola, o las carreras online mejoran mucho más un juego que ofrece poco interés al encender la consola y que va a menos a medida que jugamos.

Quizá Joy Ride podría ser mucho mejor juego si no fuera por un extrañamente elevado nivel de dificultad. Los pilotos controlados por la IA son agresivos y hábiles al volante, y lo son más a medida que desbloqueamos carreras. Los modos de juego donde debemos conseguir puntos (como Acrobacias o Sprint) a duras penas superaremos el límite para alcanzar la medalla de bronce, y ni que decir que ganar el Oro es algo casi imposible. De este modo, aunque Joy Ride motiva al jugador a no tomarse el juego en serio, con facilidades a la hora de conducir, o una progresión lenta pero imparable, en el otro lado de la balanza encontramos un juego con un desafío exagerado para las posibilidades que el jugador tiene ante él.

Las acrobacias son graciosas, pero poco útiles
Las acrobacias son graciosas, pero poco útiles

Y es que Joy Ride no es justo con quien lo juega, y no lo es porque el control falla. El retraso de nuestros movimientos se ha contenido bastante bien, pero sigue estando ahí, y en un juego de carreras es imperdonable. Imaginemos jugar a Mario Kart, Sonic All-Stars o MySims Sky Heroes con medio segundo de retraso desde que pulsamos el botón hasta que se mueve el personaje. Pues esa es la misma sensación que tenemos en Joy Ride.

Más aún, el control no es nada natural. Puede que en nuestra cabeza simular el movimiento con un volante imaginario sea buena idea, pero en la práctica no lo es. Tras una hora jugando, con los brazos estirados, os aseguramos que muy pocas ganas tendréis de volver a jugar a Joy Ride en la vida. Además, inevitablemente se ha tenido que simplificar todo, de modo que acelerar y frenar es automático, y es por ello que hagamos lo que hagamos en Joy Ride siempre vamos hacia delante con una molesta sensación de que todo es automático. Sí, también hay turbo, que se carga recogiendo los brazos hacia atrás y luego estirándolos, con el inconveniente añadido que mientras cargamos el turbo no podemos controlar el coche.

Apenas tenemos control sobre las armas
Apenas tenemos control sobre las armas

Conclusiones

Si no fuera por la gracia que puede suponer "controlarlo con Kinect", más por la novedad que otra cosa, Joy Ride sería un videojuego que posiblemente jamás habría visto la luz de las tiendas. Sin embargo, Microsoft necesitaba un juego de carreras en la primera hornada de juegos, sobre todo para demostrar que Kinect puede con todos los géneros. Y esa es justamente la sensación que nos deja Joy Ride, que sólo existe por necesidad demostrativa, no por interés de dar diversión.

Lo Mejor

  • Longevo, difícil desbloquear todo
  • Puede gustar a los más jóvenes

Lo Peor

  • Superficial
  • Control nada eficiente
  • Aburrido

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