Probar por primera vez Move produce una extraña sensación de familiaridad. Al fin y al cabo, analizándolo en frío, parte de la misma idea que podemos encontrar en Wii con su Wiimote. Sin embargo Move va un paso más allá al introducir un sistema que en conjunto ofrece más sensibilidad y precisión. Wiimote asentó las bases, Move las perfecciona, esa es la realidad.
Tecnología sencilla
Al contrario que sus competidores, Move utiliza una tecnología relativamente sencilla para conseguir su objetivo, y se puede dividir en dos apartados: los sensores del propio mando, por un lado, y la bola de color en conjunto con la cámara Playstation Eye, por el otro.
La bola, situada en la parte superior, y tan criticada en algunos sectores, es donde reside el verdadero secreto de Move. La luz que desprende puede ser de muchos colores, suaves (o pastel), y más allá de su aspecto estético, tiene múltiples usos. Distinguir qué jugador tiene cada mando es uno de ellos, pero el más importante es localizar la posición de cada mando en combinación con la cámara que acompaña el pack.
De este modo, la cámara detecta el Move en un entorno bidimensional (arriba/abajo y derecha/izquierda) según dónde “vea” la bola, y añade además el eje Z según su tamaño (más grande = más cerca). Este sistema para calcular la distancia del controlador utiliza poquísima capacidad del procesador y disminuye aún más la latencia en la detección.
Es decir, la bola iluminada es una parte importantísima dentro de todo el sistema de detección de Move, y no se puede negar que al mismo tiempo es una solución extremadamente simple al gran problema de situar el mando dentro de un espacio tridimensional.
Los sensores internos del mando se dividen en tres: el acelerómetro, el giroscopio y la brújula. Los dos primeros son harto conocidos por todos, y permiten detectar la posición del mando respecto a sí mismo: si está girado, bocabajo, en diagonal, al contrario…
La brújula tiene un doble uso: permite corregir las posibles desviaciones de los sensores provocados por la inercia, y también minimiza el impacto que provoca perder de vista la bola (por ejemplo, cuando la tapemos con nuestro cuerpo).
Para rizar más el rizo, Move tiene vibración, que utiliza de diferentes maneras según el juego.
Ergonomía y tacto
En la mano Move se siente realmente bien. No es muy pesado, ni muy ligero, tiene el peso justo, y el plástico es muy suave y de buena calidad. Para nuestro gusto es un controlador demasiado grande, y la bola no ayuda en este aspecto, pero si lo comparamos con el Wiimote con MotionPlus, ambos se quedan más o menos igual.
Al ser bastante redondeado se coge bien, y su forma no distingue zurdos o diestros. El botón T, que es el gatillo analógico situado en la parte inferior, queda a la altura del dedo índice y es bastante blando al tacto. Quizá demasiado blando, lo que provoca que en algún movimiento brusco lo pulsemos sin querer. Pasa pocas veces, pero pasa.
Ya en la parte superior encontramos el resto de botones con el botón Move, grande y ovalado, como total protagonista. Sony ha pensado que tanto éste como el botón T sean los más utilizados, por eso están al alcance de los dedos de manera tan intuitiva. En cuanto al botón Move su tacto es realmente bueno y responde a la perfección. Su forma además encaja con el pulgar sin problemas.
Al lado del botón Move están los botones normales (cuadrado, triángulo, redonda y equis). Son bastante pequeños, dejando clara su función secundaria, tienen un tacto duro y hacen un ruidoso clic al pulsarlos. Lo más complicado a la hora de utilizarlos es la extraña disposición de éstos, como si los girásemos a un lado respecto al Dual Shock, nos obliga muchas veces a mirar el mando para pulsar el correcto. De todo el mando Move, el diseño de estos cuatro botones es lo menos agraciado.
Para finalizar, el botón PS está ligeramente hundido, lo que evita pulsarlo sin querer, bien pensado. Y a los lados encontramos los botones Select y Start, muy disimulados, porque su uso será muy ocasional.
Por cierto, la bola es de goma blanda, se hunde si la apretamos, y está bien fijada al mando. Es bastante irrompible, por si tenéis dudas.
En resumen, la ergonomía del mando es de notable. A destacar su forma redondeada que evita dolores en la mano tras un buen rato de uso.
En la práctica
Las primeras pruebas con Move han sido muy satisfactorias, y eso que lo hemos probado tanto en un “escenario ideal” como en situaciones más o menos extremas.
Para jugar con Move se aconseja un espacio amplio, con una distancia de 2,5m. respecto a la cámara. Podemos situarla tanto arriba como debajo de la tele, y con bastante margen de maniobra si lo necesitamos (no hace falta que la cámara esté totalmente pegada a la pantalla, pero si es imprescindible que esté centrada). Los juegos probados hasta ahora exigen estar de pie, más bien por el tipo de jugabilidad que ofrecen que otra cosa.
En una habitación bien iluminada y con el espacio correcto, el uso de Move ha sido una experiencia plena. La detección es rápida con un lag tan minúsculo que es del todo inapreciable. Ni siquiera en un juego como Tiger Woods PGA Tour 11, con una carga gráfica más que aceptable, hemos notado signos de latencia. La respuesta es sencillamente fantástica y lo más cercano al 1:1 que hemos visto jamás.
Para jugar correctamente debemos estar situados bastante centrados respecto a la pantalla, en este aspecto Move no es demasiado flexible con un ángulo de acción que a veces se antoja pequeño, todo por culpa del campo de visión de la cámara. Cuando nos movemos a izquierda o derecha un poco más de lo previsto Move sencillamente deja de funcionar. Aunque este detalle no es muy grave, y en situaciones normales rara vez nos salimos del “escenario”, sí que puede ocasionar molestias cuando jugamos con demasiado ímpetu o con cuatro jugadores a la vez.
Después de comprobar lo bien que funciona Move en una situación normal, decidimos llevarlo al extremo. Nos cambiamos de ubicación a una habitación considerablemente más pequeña y en penumbra, y así poder comprobar dónde estaban los límites del sistema de Sony. Resultó que aún estando a un metro escaso de la cámara el sistema de detección funcionaba considerablemente bien. Obviamente jugar así es bastante incómodo, y a veces la distancia nos exigía mentir un poco en la calibración porque no cabíamos en la pantalla, pero a pesar de estas triquiñuelas hemos jugado a varios títulos casi sin problemas. El mayor inconveniente en este caso es que la cámara no tiene el ángulo suficiente para captar Move si estiramos mucho los brazos, es decir se repite el mismo problema de antes pero de manera más acusada.
La oscuridad tampoco parecía afectar a la detección de Move porque la cámara puede ver la bola brillante del mando sin inmutarse. Se consigue así una experiencia idéntica de juego tanto si hay luz como si no.
La batería del controlador, por cierto, es correcta, con una duración parecida a la de los Dual Shock 3.
Conclusiones
En resumen, la experiencia con Move ha sido excelente. El uso combinado de varias tecnologías (sensores, cámara, bola de luz y bluetooth) consigue que la latencia desde que movemos el mando hasta que el juego haga lo propio sea casi ridícula, y es un punto a favor para este controlador.
La flexibilidad de uso (jugar en la oscuridad, o en espacios más pequeños de lo recomendado) es otro detalle a tener en cuenta, y en este sentido nos hemos encontrado con una grata sorpresa.
Si lo comparamos con Wiimote, Move sale ganando tanto en sensibilidad y precisión, como en nuevas posibilidades de juego (ganas tenemos de ver Echochrome II). Respecto a Kinect, aún es pronto para realizar comparaciones, pero en cualquier caso el dispositivo de Microsoft busca otro tipo de experiencia, más orgánica.
Si la estrategia de Sony es correcta, diversificando el tipo de juegos sin imposiciones de ningún tipo, el éxito de Move está asegurado. Pero eso sí, que no os engañe el precio aparentemente bajo de los controladores por separado. En total un pack completo de cámara + 2 Move + 2 Navigation sale por 160€, un precio no muy diferente de Kinect.
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